Volver al sitio

Las generaciones de José

· Espiritualidad,Liderazgo,Reflexiones,Cristianismo

En una ocasión, leí una historia sobre un hombre que por alguna razón Dios le había dotado de algunas habilidades que le llevaban a sobresalir entre los demás, él sabía muy bien sobre sus cualidades, una persona inteligente, con facilidades para comunicación, determinando siempre el rol del momento, lo cual sin problemas podía comunicarse con aquellas personas cualesquiera aparecían en su entorno, pero tenía algo aún más especial y era la habilidad de determinar lo que los demás comunicaban por medio del lenguaje corporal.

Quizás seas una persona como el de la historia, que conoces de ti mismo cuáles son tus cualidades, si es así podrías estar a tiempo de comprender que no a todos se puede contar quienes somos, solo permitir que nos conozcan por nuestros frutos. Por supuesto que dentro de la humildad está el poder comentar a otros quienes somos sin ningún problema.

Siempre se ha visto que la envidia ha sido la responsable de grandes conflictos entre los seres humanos, porque algunos no pueden estar tranquilos con el bien que otra persona disfruta, en su mayoría siendo fruto de su esfuerzo.

Dios ante muchas cosas nos manda a ser sabios, a reconocer su poder y soberanía, a entender que Él nos ha dado grandes habilidades para su gloria, para el beneficio de los demás y de uno mismo. Cuidar de esto nos llevará a alcanzar nuestro propósito de una forma más sencilla. Aunque el esfuerzo siempre debe estar presente, no siempre las cosas se tienen que hacer complicadas, el camino puede ser mejor, no siempre las dificultades es parte de las cosas buenas que Dios nos ha dado.

Como anteriormente lo he mencionado, del corazón del hombre debe manar vida, y muchas veces al no ser sabios los demás nos lastiman, a tal nivel que perdemos la bendición de proyectar vida.

Cuente las cosas que suceden en su vida, enfóquese en que los demás puedan comprender que de Dios provienen todas las cosas.

”Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.

A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”

Mateo 25:14-15