Entre la verdadera humildad y la falsa humildad hay un hilo muy delgado, sin embargo ambos enfoques tienen acciones y resultados diferentes, se llama verdadera humildad cuando precisamente existe verdad en cada una de nuestras acciones para con nosotros mismos y los demás, la falsa humildad es cuando tomamos acciones para ser humildes pero en realidad las emociones están demostrando de una forma inconsciente que la intención es otra.
Una de las características de quien ejerce la verdadera humildad es que reconoce de sí mismo cuales son sus habilidades y características, que le han permitido sobresalir, por supuesto que sin dejar de reconocer que Dios le ha dotado de algunas habilidades que le permiten desarrollarse y cumplir con su propósito, entendiendo que todo lo que hace precisamente es para inspirar a otros.
Reconocer delante de los demás quien se es no es un fruto del orgullo, es proyectar ante los demás seguridad, inteligencia, templanza y muchas cosas más.
Permítame comentarle algo que me sucedió en algún momento, resulta que en una ocasión me correspondía hablar delante de un grupo de personas sobre un tema bastante interesante, para el desarrollo de éste busqué exponer como ejemplo a alguien que había hecho las cosas bien en esa área de enfoque, y del cual me apoyaría de manera creativa para ilustrar lo mejor posible mi tema, sin embargo durante algunos días no encontraba a quien mencionar de mi círculo social, entonces una mañana antes de irme a mi trabajo estaba frente al espejo afeitándome y recordé de mí mismo una acción lo cual consideraba era ejemplar, fue el momento en que supe había encontrado a quien estaba buscando.
Luego de lo acontecido anteriormente, argumenté durante unos minutos que seguramente las personas con quienes compartiría se ofenderían si yo mismo me ponía como ejemplo, pero sabía que era ejemplar lo que pude hacer, entonces de forma verdaderamente humilde les enseñé a esos muchachos que sí se podían hacer las cosas bien, sin dejar a lado el reconocimiento de que Dios es quien nos ha dotado para que podamos ser inspiración para otros, así como otros son inspiración para usted y para mí.
Sea humilde y cumpla su propósito de inspirar la vida de otros, contándole a los demás lo que has hecho, demuéstreles con hechos todas las excelentes habilidades que tienes, hágales ver cuál ha sido el valor y esfuerzo que has invertido en desarrollarte, y no deje de darle el reconocimiento al Creador de donde provienen todas las cosas. Le aseguro que en su entorno hay personas que necesitan conocer lo bueno en usted, son personas que necesitan un combustible llamado “inspiración”, sea ejemplo de trabajo y honestidad, y lo más importante “no olvide enseñar a otros quien es usted”.
Comparto con usted un texto de la Biblia que me ha inspirado durando muchos años y lo sigue haciendo.
“No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.”
Isaías 41:10
- Carlos Castillo Aguilar