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¿Cuánto falta?, es hoy el día

El frío llegó de nuevo en una noche más o mejor dicho en una noche menos, el muchacho quien rondaba en las calles de la capital solo esperaba buscar un sitio donde poder calentarse, donde poder comer y donde poder recordar sus días de infancia, cuando todo era normal para él. Recordaba que cuando niño solía jugar con otros, pero no precisaba quienes eran, solo tenía algunas imágenes donde también se veía así mismo, como si atravez de sus ojos pudiese ver una película donde se veía tal cual era pero en su edad actual, esto porque cada vez que pasaba por algun cristal podía ver el reflejo de su cara, sin saber que era el mismo… su demencia había ido en aumento, solo pensaba en él sin saber quien era. 

Este chico se llamaba cualquier nombre, no importa porque no existía para él mismo y para otros, como por ejemplo su familia, aquel grupo de personas que lo vió crecer pero que no le entendieron, no alcanzaron a lograr que “cualquier nombre” sufría de una enfermedad mental y que su cerebro no estaba funcionando, hasta que él caminó fuera de su casa hacía 10 años atrás e inicio a deambular por las calles hasta ese día, sin saber que se acabarían sus días unas horas después.

“Predicador, predicador” gritaba alguien en la calle… “predicador, predicador deme a mí también de comer” se escuchaba en otra esquina, mientras todos indigentes se juntaban para que el evangelista les diese abrigo, comida y la palabra de Dios al leerle algunos versos de su biblia. Cualquier nombre también escuchó y fue a ver de qué se trataba, pues pudo comprobar que se trataba de abrigo, comida y la palabra de Dios, supo que esto último era así porque sin entender mucho empezó a llorar al escuchar esas palabras, mientras sentía también que internamente había un sentimiento de limpieza que empezaba a crecer mientras escuchaba más al predicador, ¿Quieres aceptar a Jesús en tu corazón? Fueron las palabras de una persona identificado como parte del equipo del predicador – Sï fue la respuesta de “cualquier nombre” al orar con algunas palabras. Horas después en la acera más caliente que encontró “cualquier nombre” cerró sus ojos para morir a esta vida y vivir por la eternidad con Jesús. 

No subestimes el ministerio de predicar el mensaje de Jesús, locura para algunos cuerdos, pero bendición para todo aquél que habre su corazón, para de una forma espiritual permitir que él entre a su vida. Tienes que llevar su mensaje a todo aquel que lo necesite escuchar. 

Carlos Castillo Aguilar

¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los que anuncian el Evangelio de lo que es bueno!.

Romanos 10:15