El otro día me encontré un grano de maíz, y no esperaba en realidad que el Señor me diera una gran lección ese día, para ser sincero ni siquiera sabía el por qué había recogido del suelo esa semilla. Podría suponer que la curiosidad me motivó a tomar ese grano, que usualmente no se encuentra en el suelo, al menos que intencionalmente la mozorca haya sido golpeada, o el grano retirado de ella.
Luego escuché en Internet una prédica sobre la fé, y de como esta no está sobre la voluntad de Dios, es decir que hay veces que creemos por cosas que Dios sabe no nos dará, entonces no sucede nada, solo el silencio de Dios que avisa se avecina una bendición más grande que aquello por lo cual pedimos.
Volví mi mirada a ese grano de maíz y pensé “podría pensar en creer que la semilla donde está daría vida a una planta de maíz” pero no sucedería nada, por la sencilla razón de que Dios ya decidió que yo sería el sembrador.
Así deberíamos ver la vida, muchas veces esperamos de Dios milagros, cuando ya Él nos ha dado lo que ocupamos para obtener eso que necesitamos, o queremos alcanzar. Por eso es que vivimos en un mundo donde lo que tenemos es lo que merecemos.
Cuantas cosas más podríamos hoy disfrutar, pero no lo tenemos porque sencillamente no utilizamos las cosas que ya tenemos.
Sumado a la historia de la semilla, ese día escuché en televisión la frase “Dios siempre llegará primero que nosotros”, y así siempre ha sido… todo lo que necesitamos para vivir y para crecer sanos ya está, solo es entender como utilizarlo a favor de nuestra vida.
Nuestros sueños necesitan nuestra fé, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, y Dios nos ha dado ya lo que es necesario para alcanzar eso por lo cual hemos creído.
-Carlos Castillo Aguilar
Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento.
Génesis 1:29